jueves, 31 de julio de 2025

El santo grial de los piratas y un corazón que desafío a la muerte: Reliquias humanas que cuentan historias insólitas

 ¿Qué tienen en común un famoso pirata, un rey francés y un poeta romántico? Más allá de su paso por los libros de historia, sus restos físicos se convirtieron en protagonista de relatos tan extraños que parecen sacados de una novela de ficción. Hoy, en nuestro rincón de curiosidades, desenterramos algunas de las historias más insólitas sobre reliquias humanas.

El corazón incorrupto de un pirata y un rey santo

Cuando pensamos en piratas, nos imaginamos tesoros, barcos y batallas en alta mar. Pero, ¿Qué hay de sus corazones? No en un sentido metafórico, sino literal. La práctica de extraer y preservar los corazones de figuras notables no fue exclusiva de la realeza o los santos.

En el siglo XVII, el corazón del infame pirata Barbanegra (Edward Teach) se convirtió en un objeto de leyenda. Tras su violenta muerte en 1718, se dice que su cuerpo fue decapitado y su cabeza colgada del bauprés de un barco. Sin embargo, una leyenda menos conocida afirma que su corazón fue extraído y guardado como trofeo macabro, un "santo grial" para los marinos que admiraban su audacia. Aunque su paradero es un misterio, la sola idea de un corazón pirata como reliquia es fascinante.

Esta costumbre no era ajena a la nobleza. El corazón de Luis IX de Francia, conocido como San Luis, fue extraído tras su muerte en 1270 durante la Octava Cruzada. Considerado un rey piadoso, su corazón se convirtió en una reliquia sagrada, venerada por siglos en la Sainte-Chapelle de París, un destino final mucho más glamuroso que el de nuestro amigo pirata.

Un poeta, un monstruo y un corazón compartido

La historia del corazón del poeta romántico Percy Bysshe Shelley es quizás una de las más extrañas y conmovedoras. Tras su trágico ahogamiento en Italia en 1822, su cuerpo fue incinerado en una pira en la playa, al más puro estilo de los héroes griegos.

Durante la cremación, su amigo y compañero poeta, Lord Byron, otros presentes, observaron con asombro cómo el corazón de Shelley se negaba a arder. Edward Trelawny, otro amigo, lo arrancó de las llamas. Este fenómeno, probablemente debido a una calcificación por una tuberculosis previa, fue interpretado como un símbolo de la fuerza de su espíritu poético.

Pero la historia no termina ahí. El corazón fue entregado a su vida, Mary Shelley, la célebre autora de Frankenstein. Ella lo guardó celosamente, envuelto en seda dentro de un ejemplar de uno de los últimos poemas de su esposo, "Adonais". Durante casi 30 años, hasta su propia muerte, Mary conservó este peculiar recuerdo de su amado. Un corazón que sobrevivió al fuego para descansar junto a la creadora del monstruo más famoso de la literatura.

Estas historias nos recuerdan que la realidad, a menudo, supera a la ficción. Los restos de estas figuras históricas, lejos de ser simples curiosidades morbosas, son testimonios de cómo las culturas y las personas han enfrentado la muerte, el recuerdo y la admiración a lo largo de los siglos.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario